¿Cómo afecta la anatomía a nuestro comportamiento?
Para explicar esto, vamos a
partir del caso de 'Phineas Gage'. Él era un obrero de ferrocarriles que vivía en
un pequeño pueblo de Estados Unidos, a finales del siglo XIX. Un día en
el trabajo ocurrió un accidente y una vara salió disparada. Le entró por el
lado izquierdo de su cara, pasó por detrás su ojo izquierdo y salió por la
parte superior de la cabeza. Pero para sorpresa de
todos no murió. En pocos días ya estaba recuperado, pero lo que no sabían los médicos
era que la recuperación era solo física. Algo en él había cambiado, paso de ser
un buen hombre responsable a una persona impaciente y de mal humor. Lo
que paso realmente es que, en el accidente, Gage se lesionó la corteza
prefrontal del cerebro; ésta área es la encargada del pensamiento complejo, la
planificación, la toma de decisiones, el control de impulsos, la empatía, etc.
En la actualidad, sabemos que el cerebro humano tiene una gran complejidad gracias a casos como este. Cada pequeña área de la corteza cerebral tiene una función muy específica, y si se lesiona esta, se pierden ciertas habilidades. Este caso está considerado como una de las primeras pruebas científicas que sugerían que una lesión del lóbulo frontal podía alterar aspectos de la personalidad, la emoción y la interacción social.
De hecho, hoy en día conocemos la existencia de síndromes causados por diversos cambios conductuales en los pacientes lesionados. Según dónde y cómo se encuentre la lesión, el paciente manifestará unos síntomas u otros. Blumer y Benson (1975) hablaron de dos síndromes frontales que podemos relacionar como la psicopatología: la pseudo-depresión y la pseudo-psicopatía (en esta última podríamos clasificar el caso de Phineas Gage).
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